sábado, 9 de julio de 2011

EL TEMPLO DE MELKART V


PERSONAJES QUE

VISITARON EL TEMPLO

Uno de los mayores atractivos del santuario, era la función que desempeñaba. Se había convertido en centro onírico, donde se interpretaban los sueños. Famosa es la explicación que se le dio al de César. Otra característica del mismo fue que nació a partir de un oráculo, por lo que probablemente contara con un equipo de profetas y adivinos como los que había en el santuario de Tiro.

Otra importancia del templo es que se consideró custodio de las cenizas de Hércules. Este prestigio del templo hizo que fuera muy visitado durante la antigüedad, tanto por los navegantes, como por los personajes más relevantes de la antigüedad que pasaron por la ciudad de Gadir.

Entre los personajes de los que hay constancia que visitaron el templo están: Eforo de Cumas, Piteas, Aníbal y Sileno, invierno del 219-218 a.C., en la que el primero hizo una ofrenda de prisioneros procedentes de Sagunto, Magón, Quinto Fabio Máximo, Artemidoro de Éfeso, Poseidón de Apamea, Polibio sobre el 90 a.C.

Se cuenta, que al visitar el templo de Hércules, el general cartaginés Amílcar, exigió a su hijo Aníbal que entonces contaba nueve años de edad, que jurase en ese templo odio eterno a Roma.

Julio César lo visitó en varias ocasiones, como en el año 68 a.C., que ya siendo cuestor, es cuando la tradición cuenta que se lamentó ante la estatua de Alejandro Magno y entonces fue cuando le interpretaron su sueño de buenos augurios para su futuro. En el año 61 a.C. regresa a Gadir como gobernador emprendiendo acciones en Lusitania, implorando protección en el santuario de Hércules, donde regresa tras la batalla de Munda en 45 a.C.

Otros personajes del mundo romano que por allí pasaron fueron: Marco Terencio Varrón, Pomponio Mela, Silio Itálico, Apolonio de Tiana, Avieno, y personalidades del mundo de las ciencias y letras como Asclepíades de Mirlea.

EL TEMPLO DE MELKART IV


El concepto de Melqart fue evolucionando a través del tiempo e identificándose con otras deidades del mundo mediterráneo. Melqart coincidía con Heracles en muchos aspectos (sus viajes a occidente y su matiz solar),llegando a perder el primero su nombre originario para tomar el de Heracles-Hércules con el que fue más conocido.

Aunque es difícil precisar cuando se dio esa asimilación, en Herodoto, Polibio y las inscripciones bilingües se encuentra la asimilación de Melqart a Hércules. En Cádiz se empieza a percibir tal asimilación a mediados del siglo VI a.C., fecha a partir de la cual se comienza a tener interés por lo heleno. Durante el siglo IV a.C. es cuando este interés por lo griego en occidente es patente, y es entonces cuando parece haber surgido en Atenas el mito de Hércules en Iberia. A mediados de este siglo se conoce universalmente el dios gaditano. A lo largo del siglo III las influencias helenas se hacen notar tanto en su aspecto externo (arquitectura), como en el interno (ritos, mitología, credo) y es de esta fecha de cuando se supone el altar de Hércules tebano que se sabe existía dentro del santuario. En estas fechas es cuando cristalizó la asimilación del Melqart tirio y el Heracles griego, haciendo de ambos una misma divinidad.

Con el tiempo se fue adoptando la imagen de Hércules, apareciendo el modelo griego, imberbe y tocado con una piel de león, cuya cabeza aparece en las monedas de la ciudad desde el siglo II a.C hasta la época de Calígula.

EL TEMPLO DE MELKART III



El santuario tuvo una importante participación en los aspectos económicos, ya que poseía recursos que procedían del culto (donativos, diezmos, etc), patrimonio que se fue acumulando a través del tiempo.

Según la estructura comercial de oriente próximo, los fenicios, cuando llegaban a tierras desconocidas realizaban las transacciones en el templo. Según esta teoría, el templo era lugar de contactos, donde los sacerdotes ofrecían una serie de garantías en las operaciones de intercambio bajo la autoridad que emanaba de la presencia del dios. El santuario era el centro de todas las operaciones comerciales realizadas en sus cercanías y, por tanto, lugar de registro de las operaciones comerciales. Este fue, de hecho, el origen del alfabeto fenicio. Los sacerdotes eran los encargados de registrar las transacciones comerciales y por ello exigían una cantidad para el templo donde se realizaban. Lo que podríamos llamar tarifas, se reflejaban por escrito en unas tablillas con signos a partir de los cuales se desarrolló el sistema de escritura.

Otros habitantes habituales de este y otros templos eran las hieródulas o prostitutas sagradas. Mujeres dedicadas a satisfacer las necesidades sexuales de los visitantes, algo que no estaba mal visto, como tampoco lo era mantener relaciones más o menos estables con esclavas y esclavos. Estas mujeres ingresaban en el templo más o menos a la edad de contraer matrimonio y permanecían en él hasta su muerte.

Es muy posible, aunque no exista una confirmación por ningún tipo de testimonio, que en el templo se pudieran encontrar también los llamados barberos sagrados. Parece que los viajeros que acudían por primera vez a un templo debían realizar una ofrenda que incluyera unos cabellos. Estos hombres eran los encargados de realizar el ritual.

Pero de las habitantes que más constancia histórica se tiene es de las bailarinas, de las llamadas por los romanos "Puellae gaditanae" . Estrabón habla de ellas por primera vez al describir como un marino griego llamado Euxodos, embarcó desde Cádiz hacia otras partes del Atlántico a muchachas de Gades, como parte del contingente, que eran famosas ya por su reputación de cantantes, bailarinas e instrumentistas.

La denominación por la que se conocen es la que dieron los escritores romanos, aunque su origen, es muy anterior y evidentemente desconocemos como se las denominaría en lengua púnica. Existe una vinculación más que probable en origen, a los ritos de Astarté del Mar y al concepto de prostitución sagrada como dejan entrever al hablar de ellas y de sus bailes lascivos diversos autores. Marcial (VI.71) describe a una de ellas en los siguientes términos:

"Experta en adoptar posturas lascivas al son de las castañuelas béticas y en danzar según los ritmos de Gades, capaz de devolver el vigor a los miembros del viejo Pelias, y de abrasar al marido de Hécuba junto a la mismísima pira funeraria de Héctor. Teletusa consume y tortura a su antiguo dueño. La vendió como sirvienta y ahora la ha comprado para concubina. "

Por último, toda vez que los marinos acudían al templo a su llegada a esas tierras para hacer sus ofrendas al dios, se supone que era también lugar donde se “archivaban” datos náuticos, indicando accidentes geográficos y descripción de la costa de las diversas rutas marinas. Servía igualmente de albergue de mercaderes, refugio de viajeros y daba asilo a los náufragos.

EL TEMPLO DE MELKART II


Se tienen pocos datos sobre la configuración del Templo, pero tenemos alguna descripción tomada de Filóstrato: “La isla en que se halla el templo es tan grande como la nave de éste, y nada hay en ella de rocoso, sino que parece una Meta Pulida”.
Esta cita lleva a pensar que el templo se situara sobre un pódium.

Según narraciones de Porfirio se sabe que el edificio tenía un patio o espacio abierto y puede que tuviese una cerca o muralla para hacer eficaz la defensa y la seguridad. Tenía también una torre dentro del recinto que protegía la zona de acceso al santuario.

Situada en el recinto sagrado del patio se encontraba la nao, estancia principal donde se encontraba el Sancta-Sanctorum, dónde sólo tenían acceso los sacerdotes.

A través de las monedas de Adriano, hay constancia de que existía una capilla dentro del patio. En una se muestra una figura de Hércules de pie, desnudo, con la clava y las manzanas hespéricas en la mano izquierda, cuyo origen es de entorno a los siglos III-IV a.C.

Los altares eran otro elemento que se encontraban en el patio o espacio abierto. Igualmente tenía dos columnas situadas frente al altar donde se oficiaban las ceremonias y eran similares a las del templo de Tiro. Las describe Porfirio en uno de sus relatos, pero más ampliamente las describe aún Estrabón, haciendo alusión a los caracteres que estaban grabados sobre ella, según su opinión, hacían referencia a los gastos de construcción del santuario. Filóstratos dice que eran de oro y plata fundidas en un solo color, de forma tetragonal y con inscripciones en el capitel. Similar descripción hace Herodoto de las columnas del santuario de Tiro.

Estrabón es también quien nos habla de la existencia de fuentes en el templo y de la importancia del agua como elemento purificador para el culto.

Por último, citar que existía un bosque sagrado, representado por un árbol simbólico y áreo que en este caso era el árbol de Pygmalión.